Era como si siempre
lo supiera, que el tiempo que tenemos aquí es efímero, frágil, insuficiente.
Que no debemos perderlo en tonteras y que juguemos, porque era lo que siempre nos
proponía: jugar, porque él había venido a eso, a jugar con nosotros. Vino a
decirnos y pese a nuestro dolor, a demostrarnos, que la vida es un suspiro y se
mide en momentos, en aquellos momentos donde la alegría nos hace olvidar por un
instante, que la muerte está cerca y que solo es una parte más de la vida, que
forma parte de ella.
Basqui fue nuestro
Principito en estos últimos años, se fue tan de repente como había llegado. Pasó
fugazmente por nuestras vidas y las transformó. Nos llenó de alegría, de un
amor inmenso y desinteresado, vino a enseñarnos a jugar, que la vida son solo momentos,
vino a enseñarnos a ser agradecidos por todo lo recibido, y que agradezcamos
cada día. Que cada mañana nos levantemos con una sonrisa, como cada mañana que
él nos despertaba o bien haciendo mucho ruido mientras corría a Blue (la gata)
o bien con tiernos mordiscos en la pierna, para que le demos de comer.
Vienen a mi mente
miles de momentos donde aparece nuestro nenito negro, donde muchas de esas
veces era para retarlo por alguna macana que se había mandado y entonces se
escondía, o para morirnos de risa por sus ocurrencias y travesuras, para
escucharlo “hablar” mientras nos miraba fijamente, porque nos hablaba
mirándonos a los ojos, también cuando se acercaba aquí mismo donde estoy ahora
sentado a la mesa, escribiendo, para tocarme el brazo porque me había traído
una colita del pelo toda estirada, porque adoraba ir a buscarla cuando se la
tirábamos, esa colita de pelo era su juguete favorito.
Ahora mismo lo
imagino en cada rincón del departamento donde solíamos verlo, porque habitó
muchos, quietito, con sus patitas recogidas, como “pan lactal” como pensando
mientras dormitaba en cosas que solo él sabría.
Basqui nos trajo
alegrías y emociones, porque hasta esta última, la de la tristeza, también llegó
para enseñarnos y la mayor enseñanza que rescato es la del agradecimiento. Yo
en lo personal agradezco la bondad y belleza de este hermoso animalito que vino
a nuestras vidas por tan poco tiempo, tan corto, pero a la vez tan intenso.
Ahora la vemos a
Blue, recorriendo el departamento olisqueando los espacios, sin dudas lo huele,
pero no lo ve, lo extraña, peleaban bastante, pero sin embargo cuando estaban
en la cama y él se dormía, ella se acercaba a lamerle la cabeza. Era una
relación de amor odio, sin dudas, jajajaja.
Estamos viviendo un tiempo
de duelo en la familia. Lo hemos llorado mucho, yo seguiré llorándolo por algún
tiempo, es una herida que llevará tiempo cicatrizar. Llegarán los momentos de
recordarlo por tantas cosas hechas y no hechas también, porque a veces bastaba
oír un ruido en la cocina, para llamarlo, y él aparecía entonces viniendo de
alguna habitación. Nos dejó miles de anécdotas, nos regaló recuerdos
imborrables, dejó una hermosa huella en nosotros y esa cicatriz, se irá
borrando a fuerza de sonrisas, de las sonrisas que él nos arrancaba y que aún
nos arranca.
Ahora lo pienso, pero
no estoy seguro, tal vez llegue a nuestras vidas otro gatito, es difícil
saberlo. No ocupará su lugar, definitivamente no lo reemplazará, pienso que
adoptar a otro gatito, sería darle la oportunidad a un gatito rescatado, de
tener una familia como la que Basqui tuvo y de ser feliz como él lo fue con
nosotros, porque no tengo dudas que él fue tan feliz como lo fuimos nosotros
con su presencia. Es verdad que nosotros somos elegidos por nuestras mascotas y
no al revés. Es muy probable que allá afuera haya otro/s que esperan por una
familia. El tiempo lo dirá.
Gracias nenito
hermoso. Volá alto y gracias por haber estado con nosotros. Tu presencia nos acompañará por siempre.
1-2-2022